Todo empieza realmente pronto. Aunque los padres no se quieran dar cuenta la biología hace de las suyas en la más tierna infancia y los niños no son tan inocentes ni tienen la mirada tan 'pura' como cabría pensar. Alguien dirá que la que tiene la mirada 'sucia' soy yo, pero si alguno de mis gatos más fieles es maestro o trabaja en una guardería sabrá que lo que digo es cierto o más sencillo, si es padre y le ha dado por hacer, delante de sus amistades, la típica pregunta graciosa:< ¿Ay, Luisito, y tienes novia?> para pasar un rato divertido a costa del niño, la seriedad de la respuesta podría dejar helado a más de un mojigato progenitor: <Cosas de niños, pensarán algunos. Sí, sí. Pero, si en vez de en Luisito (porque sus padres después de la inmediata sorpresa, estarán orgullosísimos, pensando que criarán al nuevo Casanova) pensamos en Teresita, la situación tomará unos tintes algo diferentes. Y la pobrecita, en pago a su sinceridad, -la misma que había tenido Luisito, no lo olvidemos- se pasará su infancia escuchando, con suerte sólo de vez en cuando, que 'hay que tener cuidado con los chicos... que la fama se cría muy pronto... que después para quitársela...' Y ni hablar de lo que tendrá que oír por supuesto en su adolescencia. En fin, que cuando quiera darse cuenta tendrá 30 años y seguirá esperando a ese alguien especial para echar su primer polvo y todo por el qué dirán. ¿Pues sabes qué te digo yo, Teresita? Que folles cuando te apetezca y con quien te apetezca, aunque no sea tan especial como se supone que debe ser según el resto y ese homenaje que te habrás ganado. Y que si después no vuelves a ver al susodicho, pues él se lo pierde, o a lo mejor eres tú la que no quiere volver a saber nada. Pues, ya verás, que se creen que con una noche -normalmente flojita, aunque siempre hay excepciones- ya estás a sus pies, esperando su llamada con el vestido de novia. ¡Y nunca más lejos de la realidad!
Pero, ¿y si Teresita hubiese contestado otra cosa?... (continuará)

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